RES

...de lo malo, aprenderás, de los golpes de los demás...y tú cuándo caerás?

23 mayo 2010

CORRER


Correr en otoño es lo mejor, excepto porque el aire está frío y te puedes enfermar.

Pero olvidémonos de ese detalle poco alentador.


Había olvidado usar mis piernas, había olvidado que ellas sirven para correr. Para recorrer.


Hace tiempo que no recorría mis barrios (en un sentido de pertenencia sin ambición).

Estoy muy alejada de la zona, o muy encerrada en los pensamientos. Había olvidado salirme de éstos, salir de mi cuerpo, correr por mis barrios.


El aire de otoño está helado, un sol lejano corrió las nubes y nos descubre la ya conocida; pero no menos admirable; nevada cordillera.

El cielo celeste, nubes pomposas y claras, el suelo mojado con hojas amarillas pasan

mezclándose con el color del asfalto, rodeo en cuadras que encuadran los recuerdos.

Alguna vez corrimos por esas calles, a las escondidas, al pillarse, sobre 2, 3 y cuatro ruedas.


Había olvidado los arboles, las señoras hoy ocultas en sus departamentos, los almacenes cerrados, los bebés que ahora son niños, se olvidan los ancianos, los viejos gruñones.

Pasé por casas, recordando los viejos juegos, los viejos “amigos” con los que se compartía.

Nunca lo fueron, nunca nos permitieron creer en que eran nuestros amigos de verdad, que

equivocación aquella. Mis amigos de juegos.


Los otros llegaron en la adolescencia, también pasé por sus puertas. Hoy ya grandes, con hijos y planes sobre ellos y sus señoras, con cuentas y deudas, planeando vacaciones que nunca vendrán, soñando tener la felicidad a cuesta de lo material.


Continúo para alcanzar el recuerdo, corriendo siento la existencia de las piernas, el otoño sopla, y las lágrimas salen de mis ojos, sólo por el frío, él las provoca.


Debo salir mas a menudo a correr.

1 comentario:

Mila dijo...

corramos, corramos.
Huyamos un poco de nosotros mismos,
siempre espero
siempre sueño con un momento en el que corro sin dolor, pero me canso.
Me canso de respirar, me detengo frente a un paisaje en silencio y grito... grito como si algo realmente me doliera, me quemara. Y entonces lloro.
Lloro entre risa y grito, una sensación extraña y liberadora.
Entonces me siento un rato, me recuesto en el pasto y duermo. Y al despertar, camino.

El otoño siempre me trae el mismo sueño