La introspección no me deja pensar,
no me deja pensar en la normalidad,
la normalidad tranquila y serena,
cómoda y segura, pensar en lo cotidiano.
La introspección no me deja dormir,
no me deja relajar mi quijada,
ni menos mi colon.
La introspección excesiva,
en las noches más frías de otoño;
que no enfrían mi cerebro; no me quieren soltar,
¡por favor ten piedad!
La introspección de singular a plural quiere pasar,
y ni en el baño me quiere dejar, los dientes
no puedo soltar.
La introspección está aquí en esta capa mental,
en esta otra y en aquella al mismo tiempo, así
no lo soportará mi cráneo, se trizará, saltarán,
estallarán mis pensamientos, explotará mi cabeza...
La introspección dejaría de ser interna,
y salpicaría a sus correspondientes causantes,
de ella, ellos, cada uno y una de lo que provocó
el conjunto que inició esta “Introspección”.
P.D: dicen que es bueno hacerlo de vez en cuando.
El conocerse a uno mismo, interiorizar en el ser.
Pensar y reflexionar. Pero, si se sabe uno ordenar.
Porque las avalanchas con ese grado de corriente-continua,
dejan una gran migraña e insomne al cuerpo.
06/04/2012
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